Nostalgia

El viejo estaba sentado a la puerta de la casa. Inexpresivo y con la mirada perdida en la montaña.

Una lágrima descendía por la hirsuta mejilla. Sus hombros temblaban ligeramente, único signo del sollozo.

La mujer salió a la puerta de la vivienda y, tomando al viejo del brazo, lo ayudó a levantarse para entrar en la casa.

– Venga, padre. Vamos a comer.

Cuando llegó el marido, a la tarde, comentaba éste

– ¿Sabes? Echo de menos a tu madre.

– Mi padre sí que la echa de menos – Respondió la mujer.