El descubrimiento

Se había acostado temprano, pero estaba tan nervioso que no paraba de dar vueltas en la cama y cuando, por fin, logró quedarse dormido, un ruido en el salón le sacó de aquel sueño que empezaba a resultarle agobiante.

Caminaba entre una multitud por el interior de un edificio cuyas paredes se asemejaban más a una cueva que a una construcción humana y recordaba, en esencia, que iba a ver a SS.MM. los Reyes Magos para entregarles su carta.

Despacio, sigilosamente, se levantó de la cama y caminó de puntillas hasta la puerta del salón, donde aún se percibía movimiento.

Introduciendo los dedos entre las junturas de la puerta corredera, abrió apenas un par de centímetros y pudo mirar.

Allí estaban…