Inventos

Ves cosas y dices, ¿por qué? Pero yo sueño cosas que nunca fueron y me digo, ¿por qué no?

George Bernard Shaw

 

Hace unos días, durante una conversación con unos amigos, surgió un reto: Decidir qué dos inventos habrían influido más en el destino de la humanidad.

Surgieron, entonces, las proposiciones más evidentes: El Fuego y la rueda.

Poco a poco, en el calor de la conversación y ante la segunda ronda de cervecitas con sus aceitunas y patatas fritas correspondientes, fuimos desgranando el inventario de logros que, en nuestra opinión, más nos han aliviado en la dura tarea de vivir; la arquitectura, la ingeniería, la electrónica, la informática, la aeronáutica, hubo incluso quien opinó que las matemáticas y la física.

Concluíamos, como no podía ser de otra manera, que el hombre moderno es más dependiente y menos despierto que el hombre antiguo, porque la inventiva surgía de la necesidad y nuestros ancestros, ¿qué duda cabe?, tenían infinitas necesidades más que nosotros.

Yo, sin duda el menos pragmático del grupo, añadí mi aportación, más idealista y menos aferrada a la práctica cotidiana: El lenguaje, primero oral y luego escrito y, por supuesto, la música.

Mi argumento fue que sin el lenguaje el hombre no hubiera podido compartir sus experiencias y conocimientos, lo que sería el aprendizaje de los demás; que la música, por otra parte, estimula el cerebro y predispone al individuo a captar mejor los sentimientos que los demás incorporan en sus mensajes; incluso argüí que hay piezas musicales que te pueden llevar a la euforia y otras al borde del llanto.

Durante unos momentos callaron, no esperaban semejante reflexión, hasta que mi amigo Juan dijo:

- Claro, es que tú eres de letras.