El chupete

Lucas pedía el chupete todas las noches. No era capaz de dormirse sin él.

Durante el día, apenas lo usaba, pero a la hora de dormir era lo más importante, sin él se ponía muy nervioso y no había forma de que se durmie-ra.

Aquel día o, mejor dicho, aquella noche, mamá tuvo que buscar el chupete por toda la habitación, y parecía que alguien lo había escondido, porque no aparecía por ningún sitio.

Al final, hubo suerte y apareció en la caja de los juguetes, porque se le había caído a Lucas cuando jugaba con sus peluches.

Por fin, una vez en la camita, mamá le puso el chupete en la boquita y, poco a poco, Lucas se quedó dormido.

Al despertar por la mañana, el chupete había vuelto a desaparecer. Cuando dormía, se le abrió la boquita y el chupete cayó entre las sábanas de la cunita y, como se movía tanto por la noche, se enredó entre la ropita de cama.

Entonces, Lucas se dio cuenta que había dormido sin chupete, que no había ocurrido nada malo por ello y esto significaba que se estaba haciendo un poquito grande.

A partir de ese día, aunque tenía el chupete allí, muy cerquita, ya no lo usaba porque sabía que ya no le hacía falta.