Lolo

Algunos dicen que estoy loco y que no soy normal porque hago cosas raras.  No sé a qué se refieren cuando dicen cosas raras, a mí me parece que las cosas raras son las que hacen los otros.

A mí no me gusta el fútbol, porque la gente discute. Tampoco me gustan las películas de historias tristes, donde los personajes sufren y lloran o les gusta mucho alguien que no les hace caso. A mí me gustan las películas de risa, esas en las que hay uno al que le pasan cosas muy graciosas y hay muchas bromas o en las que a otro le pasan un montón de cosas de esas que ni te imaginas que puedan ocurrir y menos aún que alguien lo cuente en una película.

A mí lo que me gusta es correr. Por las mañanas, cuando me levanto, me pongo las zapatillas de deporte, salgo a la calle y doy vueltas al edificio donde vivo. Corro tan deprisa como puedo.

Cuando he corrido así durante un rato, me canso y subo a casa sudando y fatigado y, en vez de subir en el ascensor, sigo corriendo aún por las escaleras.  A veces me encuentro con la vecina del cuarto, que se va a trabajar a esa hora, y me mira como si yo fuera un bicho raro. Yo le digo – Buenos días – y ella no me contesta y menea la cabeza como si fuera rumiando alguna frase para sus adentros.  Al llegar a casa, mi madre me da el desayuno, que es la mejor comida de todo el día, como fruta, yogur y bollos que compra mamá en la tienda de la esquina, a mí me gustan mucho, porque saben dulces y, a veces, hasta llevan chocolate dentro.

Yo no me meto con nadie, ni hago mal a nadie. No sé por qué dicen que estoy loco si no les molesto.  Mi madre dice que soy así porque cuando era muy pequeño, tuve unas fiebres muy malas que me afectaron a la cabeza.

Cuando salgo a la calle me gusta mirar al cielo, ver los pájaros que vuelan de un lado a otro piando y persiguiéndose, me gusta ir al parque, sentarme en mi banco preferido y dar migas de pan a las palomas.  El otro día un señor me regañó, porque decía que las palomas eran como las ratas, pero a mí me gustan, son bonitas y ya me conocen.

Un día, yo estaba sentado en mi banco y llegaron unos chicos que venían empujándose unos a otros, riéndose y burlándose de los que pasaban. Empezaron a dar patadas al aire, intentando patear a las palomas y luego la tomaron conmigo y me llamaron idiota y otras cosas feas, me zarandeaban y me empujaban.  Cuando se cansaron, se fueron riendo mientras yo me comía las lágrimas que querían escaparse aunque yo apretaba mucho los ojos.

A veces, me gustaría ser como los demás, que no se metieran conmigo, poder salir con los amigos, ir al cine solo y todas esas cosas que hacen los demás, pero mamá dice que soy el mejor hijo que habría podido tener nunca y yo me pongo muy contento porque sé que me quiere mucho, seguramente tanto como yo la quiero a ella.